Así se refirió la doctora en química y especialista en evaluación de riesgo toxicológico, Lara Buthet, al ser consultada por el incendio que días atrás se originó en el basural de Villa María dejando bajo llamas residuos patógenos que en pocas horas se convirtieron en material particulado esparcido sobre el sector. 

Durante la mañana del miércoles 14 de septiembre el cuerpo de Bomberos Voluntarios de Villa María recibió una alerta que notificaba un foco de incendio en el sector del basural de Villa María, ubicado a las afueras de la ciudad. Si bien las causas del inicio de este incidente aún se encuentran siendo investigadas por personal de la policía, agravantes como las temperaturas e intensos vientos que se vivieron por esos días generaron que fuera necesario hasta un avión hidrante para mitigar el avance de las llamas. Ese día al llegar al lugar, los bomberos, pudieron constatar que lo que se estaba quemando eran residuos patógenos, lo cual repercutió en una serie de especulaciones sobre la carga de toxicidad de ese humo negro que se avizoraba desde distintos puntos de la ciudad.

Es en este sentido que, al ser consultada al respecto, la docente e investigadora del Instituto de Ciencias Básicas y Aplicadas, Lara Buthet, comienza comentando que todo material particulado que se desprende de un incendio posee una carga de toxicidad. «Todo humo es tóxico. No importa qué se está quemando, porque el humo contiene principalmente partículas desprendidas de lo que está ardiendo en llamas y eso es lo que puede ser nocivo para la salud humana cuando se aspira», destaca Buthet y añade: «Lo relevante acá es poder determinar qué nivel de toxicidad tiene ese material mediante su cuantificación y caracterización para que, en función a esos indicadores, se puedan establecer medidas de alerta y prevención adecuadas para cada situación».

¿Por qué es peligroso?

El humo se compone principalmente de material particulado que se genera cuando se somete a un objeto al calor del fuego. Cuando las llamas descomponen la estructura original de una planta, basura o cualquier tipo de elemento, este comienza a desprender partículas que los investigadores miden en micras.

«El tamaño de la partícula es lo que arrojará qué factibilidad hay de que ese material llegue a nuestros pulmones. Aquellos que midan entre 10 y 3 micras muy probablemente no pasen de las vías respiratorias superiores, conjuntiva ocular, fosas nasales o garganta, mientras que las que tienen una longitud igual o menor a 2,5 se alojarán en el árbol bronquial pulmonar», declara Buthet y especifica: «Todo ese material representa un potencial peligro para la salud, pero, así como hay elementos que son más contaminantes que otros, también hay material particulado más nocivo que otro. Además, los efectos que genere también estarán estrechamente vinculados a si la persona que inhala el humo ya tenía algún antecedente de patologías previas”.

¿Cómo determinar el nivel de toxicidad?

Según comenta la investigadora local, no existen datos precisos que permitan cuantificar de manera certera la concentración de material particulado que se generó específicamente durante el incendio del basural de Villa María.

«La toxicidad del humo dependerá de los niveles de concentración de material particulado que este tenga. Estas concentraciones se miden con aparatología específica que aún no tenemos para estos casos puntuales, aunque sí trabajamos con testeos a largo plazo», detalla y añade: «Para que tengamos una referencia, lo que pasó en Rosario hace algunos días arrojó niveles de concentración por encima de los 800 microgramos por metro cúbico, cuando ya a partir de los 300 es muy peligroso y en ese caso el humo provenía de incendios del Delta del Paraná. Este ejemplo refuerza la idea planteada inicialmente de que no importa de dónde provenga el humo, sino la composición y cantidad del mismo».

El rol de la Universidad:

Actualmente el Instituto de Básicas nuclea a un grupo de investigación que es dirigido por Lara y se especializa en Salud Socio Ambiental. Además, el Instituto cuenta con un Observatorio Regional de Cambio Climático (ORCC) y un Centro de Estudios de Ordenamiento Ambiental del Territorio (CEOAT) que se centra en el análisis de datos meteorológicos y modos de abordaje en la planificación del ejido urbano y periurbano.

«A partir de esto que sucedió nos hemos propuesto trabajar de manera articulada para armar patrullas ambientales por ejemplo, y así estar preparados para que, en caso de que vuelva a acontecer algo similar, podamos tomar los datos al momento y luego proporcionar a la sociedad información certera al respecto», comenta la docente de Ambiente y Energías Renovables y detalla: «Obviamente siempre es recomendable mantenerse fuera del alcance de cualquier humo, cerrando aberturas en caso de que sea posible hasta que se disipe la situación».

Para concluir, Buthet hizo énfasis en la importancia de la toma de conciencia en la sociedad respecto a lo que implica la quema de basura: «Más allá de que los residuos recolectados son responsabilidad de cada municipio, también nos interesa hacer hincapié en la necesidad de reducir al mínimo posible la existencia de los pequeños basurales que los mismos vecinos muchas veces incendian para desintegrar desechos. Ese humo también es peligroso porque se trata de basura que no ha sido siquiera diferenciada o tratada en el caso de sustancias químicas o patógenas».