En un año signado por profundos desafíos para el sistema universitario público, el Instituto Académico de Ciencias Básicas y Aplicadas reafirma su identidad extensionista mediante numerosas acciones territoriales, proyectos y actividades formativas que fortalecieron el vínculo con la comunidad. Así lo expresó el director del Área de Extensión, Nicolás Sambuceti, quien realizó un balance del 2025 y destacó la relevancia estratégica que adquiere esta función en el marco de las carreras y del rol social de la Universidad Nacional de Villa María.
Según explicó el docente, la fuerte articulación con el territorio es una característica intrínseca de las carreras del Instituto, estrechamente vinculadas con lo rural, lo ambiental, lo industrial y la salud pública. Esto genera un tipo de extensión que debe pensarse también fuera de los espacios universitarios. “Muchas de nuestras actividades ocurren directamente en el medio, junto a productores, instituciones y comunidades. Es parte de nuestra identidad”, señaló.
Para Sambuceti, esta presencia territorial permite mostrar que la universidad no se reduce a su infraestructura física, sino que se manifiesta a través de su gente, su conocimiento y su capacidad de articular con distintos actores sociales. “Hay posibilidad de hacer comunidad universitaria también con quienes no integran los claustros. La universidad se vuelve parte del territorio que ocupa”, sostuvo.
Durante el año, esta impronta se evidenció en campañas sanitarias, como fue la de Óptica en el marco de la Jornada de Agroalimentos y Sustentabilidad (JoNAS), jornadas técnicas, instancias de formación distribuidas en distintas sedes y múltiples actividades de intervención con productores, escuelas agrotécnicas, asociaciones y otras entidades públicas. Muchas de estas propuestas se sostuvieron durante meses, como el caso de la Diplomatura en Alfalfa o los ciclos de formación en Villa del Rosario, en donde hubo una amplia participación de personas que no tenían vínculo previo con la UNVM.
«Esto también refleja una valoración social que va más allá de los criterios académicos tradicionales: quienes por ejemplo asisten a una campaña antirrábica, una charla o una jornada encuentran en la Universidad una herramienta concreta para resolver necesidades y generar transformaciones en su entorno», destacó el médico veterinario y especialista en sanidad.
Una Universidad comprometida:
El compromiso docente y estudiantil se presenta como un factor clave en este proceso. A pesar del contexto laboral y presupuestario adverso, Sambuceti destacó la capacidad de los equipos para sostener las actividades, proponer nuevas iniciativas y mantener vínculos históricos con distintos sectores del medio. “En Básicas hacemos extensión con mucho compromiso. Entendemos que la función de enseñanza no es solo dictar clases, y trabajamos tambien con los estudiantes para que puedan formarse desde estas experiencias”, afirmó. En este sentido, resaltó además los avances en la curricularización de la extensión, que permiten integrar estas acciones en las trayectorias formativas.
El director también reconoció también que la presencia activa de la Universidad en el territorio fortalece la confianza, genera vínculos directos con la comunidad y evidencia el impacto concreto de su trabajo.
De cara al próximo ciclo lectivo, Sambuceti identificó desafíos vinculados a la necesidad de formalizar más iniciativas, ampliar la participación docente en proyectos, sostener y profundizar la red territorial que el Instituto ha construido y, principalmente, obtener financiamiento para garantizar la continuidad de estas acciones. “La extensión requiere movimiento, territorio y recursos. Si tuviéramos más financiamiento, haríamos más actividades. La capacidad está”, aseguró.










