Una serie de proyectos de investigación de la Universidad Nacional Villa María (UNVM) fueron bisagra en la determinación de la calidad ambiental del periurbano de la ciudad permitiendo delimitar distintas zonas para su mejor aprovechamiento y funcionalidad.

A partir de los resultados obtenidos por el trabajo en conjunto con agentes de la Municipalidad y el grupo de trabajo de la UNVM (integrado además por docentes de la Licenciatura en Ambiente y Energías Renovables), fue llevado al Concejo Deliberante de la ciudad, y posteriormente aprobado por unanimidad, la ordenanza que contempla la integridad de un área de ruralidad urbana para integrar los distintos tipos de usos de suelos del periurbano (zona de transición entre lo urbano y lo rural) de Villa María aportando al ordenamiento del territorio.

Este avance en materia medioambiental ha generado que, a partir de la sanción de la ordenanza número 7.209, se pueda prever la promoción y regulación de los espacios que se destinan para distintas actividades, incluyendo la actividad rural. “A partir de esto, por ejemplo, las actividades rurales – hortícola, tambos, entre otros- tendrán un marco de fomento y acompañamiento, asimismo, se prevé un crecimiento ordenado de la ciudad”, detalló la doctorando Leticia Ana Guzmán .

La iniciativa da una línea de base para minimizar los posibles riesgos y permitir un uso apropiado. Además dijo: “El estudio realizado permitió conocer parte de los escurrimientos superficiales que existen en el periurbano”. Por otra parte, se planteó el mantener y reforzar los servicios ambientales.

El equipo de trabajo interdisciplinario estuvo dirigido por la doctora Analía Becker y las investigaciones se titularon “Calidad de Suelos en Agroecosistemas en el Departamento General San Martín” y “Calidad Ambiental de la Ciudad Cabecera del Departamento”.

Ambas contaban con grupos articulados y dedicados a temáticas asociadas como la calidad del periurbano, donde la doctorando L. Ana Guzmán realizó su trabajo. Por otra parte, la calidad de suelos en agroecosistemas donde participó Becaria Conicet Jimena Rodríguez

Perfil de la investigadora:

Egresada de la Ingeniería en Ecología de la Universidad de Flores, Buenos Aires, realiza su trayecto doctoral en Ciencias Geológicas en la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC). Fue becaria doctoral del Conicet hasta el año pasado dirigida por la Doctora Analía Becker.

Actualmente, forma parte del grupo de investigación también dirigido por la Doctora Becker. En ese marco, presentaron un programa para el trabajo integral de calidad de periurbano de la región y riesgos ambientales asociados al suelo.

En los laboratorios del campus de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) se está gestando el primer laboratorio de biogás de Argentina. Es una de las metas que tiene la investigación denominada “Revalorización energética de residuos orgánicos para la producción de biocombustibles y bioabonos“, dirigida por Roberto Manno e integrada por Mara Cagnolo, Florencia Ribero, Julieta Oviedo y Maria Jose Galvan.

La licenciada en Biotecnología y becaria Conicet por su tesis doctoral, Maria José Galván , especificó que en la actualidad están trabajando puntualmente con «lodos» (estiércol) de porcinos, tomando muestras de diferentes campos, que luego son utilizadas para analizar su actividad metanogénica y posteriormente, en conjunción con otros sustratos, producir biogás.

“Unos de los objetivos del grupo de investigación es evaluar diferentes tipos de lodos. Estamos armando una lodoteca regional para saber cuáles son los lodos activos en la región y determinar el potencial de producción de biogás de los diferentes subproductos que nos ofrecen las agroindustrias aledañas”, indicó.

A raíz de esta experiencia, surge la necesidad de crear el primer laboratorio de biogás del país que “permitiría la simulación y previa caracterización y diseño de mezcla de sustratos”. Según resaltó esto significa generar un espacio de “innovación” para la región en particular y el país en general.

Aseguró que la zona de Villa María cuenta un gran potencial de biomasa, especialmente por la gran cantidad de subproductos generados.

En este sentido, destacó entre los beneficios del laboratorio, la producción de un biogás a escala laboratorio y escalamiento a volúmenes mayores; con el correspondiente control de calidad del biocombustible generado.

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Una investigación de gran impacto para la región productiva se está llevando adelante en los laboratorios de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM). Se trata del diseño de una nueva formulación basada en nanopartículas polimericas destinada al tratamiento de la Mastitis Bovina (MB). Esta patología es de gran relevancia regional debido al impacto negativo que tiene sobre la actividad láctea trayendo como consecuencia importantes pérdidas económicas.

La investigadora María Soledad Orellano es parte del equipo que dirige la doctora Carina Porporatto, en conjunto trabajo con el doctor Dario Falcone (UNRC), en la línea de Mastitis y está focalizada en la obtención de nanopartículas de quitosano que puedan emplearse en el tratamiento de esta patología. El objetivo del proyecto es obtener y evaluar la actividad antimicrobiana e inmunoestimulante, de dichas nanoparticulas, para el tratamiento de la MB.

Sobre la Mastitis:

La MB es una inflamación de la glándula mamaria que se produce generalmente por infecciones bacterianas, siendo los principales patógenos las bacterias del genero Staphylococcus. Los patógenos aislados en la cuenca de Villa María mostraron la habilidad de formar biopeliculas (biofilms) que le permiten crecer protegiéndose de las defensas del huésped y evadir las terapias antibióticas, lo que lleva a infecciones persistentes. Según explicó la investigadora, los biopolimeros, tales como el quitosano, presentan interesantes propiedades biologicas y se encuentran en la naturaleza o bien pueden obtenerse de fuentes naturales, ademas de ser biocopatibles y no toxicos. De esta manera, el proyecto pretende emplear este tipo de materiales para generar nanocompuestos que puedan reducir o reemplazar el uso de antibioticos para el tratamiento de infecciones intramamarias en vacas lecheras, evitando la presencia de residuos en la leche

Soledad especificó que «las nanopartículas de quitosano obtenidas mostraron impedir que las bacterias aisladas de la región crezcan en formas de biopeliculas, además de presentar excelente actividad antimicrobiana sobre diferentes especies de bacterias del genero Staphylococcus asociados a esta enfermedad». Estas partículas, además de agente terapéutico podrían actuar como transportadores de otros compuestos activos, produciendo una terapia aún más efectiva declaró Orellano. Y agrego ”el uso de nanomateriales en medicina humana ha permitido el diseño de terapias más efectivas y menos toxicas, pero su uso en medicina veterinaria es poco estudiado”. El uso de antibióticos es un grave problema debido a que genera resistencia bacteriana y deja residuos en la leche.

Perfil de la investigadora:
Soledad es licenciada en Química egresada de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC). Actualmente es becaria CONICET  de la UNVM y está próxima a finalizar su doctorado enCiencias Quimicas. Fue beneficiada, en 2017, por una beca Fulbright que le permitirá realizar una estancia de investigación en la University of Tennessee, Knoxville, Estados Unidos. Durante su estadía avanzará sobre el efecto antimicrobiano de las nanopartículas de quitosano en células bovinas infectadas in vitro, con posterior estudio sobre animales.

Un equipo de investigación del CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) trabaja en la revalorización de sustratos de la región que usualmente son usados con escaso valor tecnológico o desechados. El objetivo central del trabajo es poder generar energía a través de la refuncionalización del lactosuero.

El grupo de trabajo está dirigido por la doctora Mariana Montenegro, con la colaboración de la doctora Lilia Cavaglieri y compuesto por la microbióloga Carla Aminahuel, licenciado Joaquin Arata Badano, microbiólogo Ladislao Ivan Diaz Vergara y la ingeniera en alimentos Marina Bettiol. Además Participan las doctoras Yanina Rossi, Noelia Vanden Braber y Gabriela Gallo

Derivados lácteos:

El lactosuero, más comúnmente conocido como “Suero de la leche”, es la fracción líquida que se obtiene durante la coagulación de la leche en el proceso de fabricación del queso y de la caseína. En la actualidad este derivado de la industria láctea es principalmente utilizado, sin valor agregado, para la alimentación de porcinos.

Carla, integrante del equipo, comenta que “se está trabajando en la obtención de microorganismos capaces de utilizar la lactosa que está presente en este subproducto para poder transformarlo en bioetanol”. El bioetanol, a partir de lactosuero, se constituye como un biocombustible de primera generación en Argentina se emplea principalmente para la producción de biocombustibles.

A partir de los avances de este equipo de investigación se podría comenzar a utilizar lo que hasta el momento era desperdicio, de la producción lechera, como materia prima para la generación de energía renovable para un desarrollo sostenible. “La idea es que el etanol producido a partir de lo que se obtiene del permeado pueda ser utilizado para sustituir o suplementar los combustibles fósiles” señaló Aminahuel.

Energía renovable:
Dentro de las ventajas que trae consigo la refuncionalización del lactosuero se destaca la posibilidad de evitar la alta contaminación producida al momento de ser desechado. A su vez implica un avance para los pequeños y medianos productores de la zona que hasta el momento “se ven obligados a vender, a muy bajos costos, el suero obtenido a empresas de mayor escala que cuentan con la tecnología necesaria para darle el adecuado tratamiento” añadió la investigadora.

Teniendo en cuenta la fuerte impronta de la industria lechera en Villa María y la región este tipo de avances científicos significa un gran aporte para productores de pequeña y mediana escala que lograrían transformar, lo que hasta el momento eran deshechos, en un derivado revalorizado capaz de ser introducido al mercado energético.

Perfil de la Investigadora:
Carla Aminahuel tiene 27 años y es de Río Gallegos, Provincia de Santa Cruz. Se recibió de la carrera Microbiología de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC) en 2014. Actualmente es becaria de Conicet donde realiza su investigación y cursa el doctorado en Ciencias Biológicas de la UNRC.

En los laboratorios de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) un equipo de investigación del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) desarrolla un trabajo que promete ser bisagra para el sector frutihortícola local. Se trata de un proyecto que se centra en desarrollar, evaluar y optimizar estrategias de conservación de frutas y hortalizas de la región de Villa María para mejorar la estabilidad, calidad y valor agregado.
El equipo está compuesto por Emiliano Badin, Ingeniero en Tecnología de Alimentos graduado en nuestra casa de altos estudios y ahora becario Doctoral CONICET, la Doctora Yanina Rossi y el Doctor Alejandro Lespinard, a cargo de la dirección de la investigación.

Optimización de procesos de conservación
La investigación se centra en optimizar el tratamiento térmico para garantizar que el alimento sea inocuo, es decir, que se pueda consumir sin riesgo para la salud de quien lo ingiere, prolongar su vida útil y a su vez minimizar la pérdida de los componentes nutricionales y sensoriales que posee. Por ello es que están trabajando en la producción frutihortícola local, berries (frambuesa y zarzamora), tomate y pimiento.
Badín explicó que “cuando se procesa térmicamente un alimento, se produce una reducción en su capacidad nutricional, esto está relacionado con la pérdida de componentes bioactivos, como pueden ser vitaminas, pigmentos como la antocianina la cual tiene capacidad antioxidante y proteínas, además de consecuencias sobre sus características sensoriales, como por ejemplo su color y textura, y a su vez se logra de esta manera la reducción o eliminación de microorganismos patógenos que podrían afectar a quien consume el alimento y enzimas que deterioran el mismo”.
Según comenta Emiliano, quien actualmente trabaja sobre pulpa de frambuesa, que provee la empresa local YUCCO Frutos, el tratamiento térmico es necesario para garantizar que el consumidor se encuentre con un alimento saludable desde el punto de vista microbiológico, pero a su vez es necesario encontrar un equilibrio entre la búsqueda de la inocuidad y el cuidado de los nutrientes que este posee. “Más aun cuando se trata de alimentos como los berries en general que aportan cantidades importantes de componentes antioxidantes a la dieta de quien los consume”, indicó.

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