El análisis fue llevado a cabo por un grupo de investigación que trabaja en el ámbito del Instituto de Ciencias Básicas y Aplicadas de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM) y los resultados se compartieron en el marco del Society of Environmental Toxicology and Chemistry Latin America (SETAC) que se desarrolló días atrás en Montevideo, Uruguay.
El arsénico es un metaloide de origen principalmente natural, aunque actualmente se conoce que la actividad humana también puede favorecer la llegada de este compuesto al ambiente. La alta concentración de este elemento en una determinada región puede traer aparejada, entre otras cosas, enfermedades endémicas en la población como lo es el Hidroarsenismo Crónico Endémico Regional (HACRE), el cual puede producir diversos efectos en la salud humana, tales como alteraciones en el sistema nervioso central, enfermedades cardiovasculares, entre otras.
En lo que respecta a la Provincia de Córdoba, diversos estudios han demostrado que las características geológicas de la región favorecen la presencia de este metaloide en aguas subterráneas y es por esto que, desde el Instituto Multidisciplinario de Investigación y Transferencia Agroalimentaria y Biotecnológica vienen trabajando concretamente en el relevamiento de la llanura pampeana, buscando determinar los niveles de concentración del mismo, tanto en aguas subterráneas como en leche bovina cruda que se produce en los tambos del sector.
En este sentido, el grupo que dirige la doctora Carolina Morgante, no solo ratificó la presencia de arsénico en muestras de aguas subterráneas de establecimientos lecheros, sino que también reveló que el mismo arroja concentraciones superiores a los límites permitidos por normativas nacionales e internacionales.
«Los resultados de este estudio arrojaron la presencia de arsénico en el 100 porciento de las muestras de agua subterránea recolectadas de tambos con concentraciones que oscilaron entre 4,5 a 498 microgramos por litro. En tanto que en las muestras de leche, más del 70 porciento de los establecimientos monitoreados arrojaron concentraciones de entre 7,4 a 470 microgramos por kilo», destacó al respecto la doctora Noelia Urseler, quien ofició de representante del equipo durante la exposición de resultados en la Setac.
«Considerando las normativas de Argentina, pudimos observar que el 91 porciento de las muestras analizadas superaron los límites establecidos para lo que respecta al consumo humano y el 35 porciento superaron los límites trazados para la leche bovina», amplió al respecto la doctora con mención en Agroalimentos. «Además, pudimos determinar que los índices de riesgo no cancerígeno y cancerígeno presentaron valores que indicarían que el consumo de aguas subterráneas presentaría un riesgo sobre la salud de niños y adultos expuestos. Mientras que para leche bovina, los valores de estos índices no representan un riesgo para la población de niños y adultos».
Por último la investigadora oriunda de Chazón, hizo mención específica sobre esta relación entre la presencia de arsénico en aguas y su posterior detección en leche cruda.
«Quedó demostrado que el ganado lechero puede bioacumular arsénico en la leche debido al consumo del agua de bebida con elevadas concentraciones de este elemento, de allí la importancia que reviste el hecho de conocer la calidad del agua utilizada en tambos, ya que esto influye luego en la calidad de los productos. Además, pone en agenda la necesidad de desarrollar programas continuos de muestreo y seguimiento en la zona y en otras cuencas lecheras similares, para determinar la presencia y los riesgos potenciales del arsénico presente en el agua potable, la leche y otros productos alimenticios».
Es importante aclarar que las muestras de agua analizadas no corresponden a agua subterránea o perforaciones de agua destinados a consumo humano en la ciudad de Villa María. Además, es relevante mencionar que, por las ya mencionadas particularidades del suelo de la región, no sería posible trabajar en la reducción de la presencia de arsénico pero sí pensar en estrategias de abordaje que permitan contrarrestar efectos nocivos en la salud.
Además, cabe destacar que si bien este trabajo fue llevado a cabo desde el organismo de doble dependencia entre Conicet y la UNVM, también contó con la colaboración del Centro de Investigación en Bioquímica Clínica e Inmunología de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), con participación de las ya mencionadas profesionales junto a las doctoras Fernanda Biolé, Julieta Griboff, Romina Bachetti, Magdalena Monferrán y la licenciada Michelle Biolé.